lunes, 26 de mayo de 2008

Trasplante de quejigo para convertirlo en bonsai

Hacer un bonsai es un trabajo lento y paciente. Son preciosos, pero no me gusta demasiado fastidiar a los arbolitos. Sin embargo este quejigo, que lleva conmigo cinco años por lo menos, no tiene otra forma de quedarse aquí que transformarse en bonsai.
Primero ha estado esponjando y engordando tronco esos cinco años, con una poda cada invierno para moldear la copa y que no crezca sin orden ni concierto. En lenguaje técnico creo que se le llama "educar".
El montaje fotográfico de hoy muestra el segundo paso que es reducirle las raíces para que el árbol se nutra de las más superficiales. Va un poco atrasado en el trasplante, debí hacerlo en marzo, pero no tuve corazón para desabrigarlo tanto.
Le he dado una buena paliza, lo he reducido mucho, pero él ha encontrado un perfecto sitio al sol, tiene agua y está feliz en la terraza. Veremos cómo evoluciona en los próximos días. Los expertos me aseguran que no tenga miedo que no le pasará nada. Crucemos los dedos.

2 comentarios:

Josemari dijo...

Como tu sueles decir....me ha fascinado el quejigo y su transplante.

La cocina y la terraza o jardín, habitualmente en vuestras manos. Y los chicos dále que dále con el fútbol, los deportes y la política (aburrimiento total).

Tenemos que cambiar eso Delantal.

delantal dijo...

Lo que hago es volver a mi raíz, al origen; dicen los antropólogos y los historiadores que fuimos las mujeres las descubridoras de la agricultura y ganadería, que la especie se salvó gracias a la recolección de frutos, que era una tarea femenina, porque la caza no traia provisiones todos los días.

Pero tú, Josemari, eres un chico listo.
;)